martes, 1 de mayo de 2012


“La  historia de un soñador determinante”


Fausto espera con su empresa brindar trabajo a más personas


 “Te recomiendo que utilices un diseño con colores más sobrios”, comenta el joven diseñador. Sentado frente a su computador, concentrado en su  trabajo, revisa los últimos detalles de su creación publicitaría. “Está listo Patricio”, indica  Fausto a su cliente.

Fausto Hidalgo tiene 25 años, estudia diseño gráfico. Su sueño siempre fue tener una empresa propia, donde su jefe y su dueño fuese él. Por falta de recursos económicos no pudo ingresar inmediatamente a la universidad, razón por la cual inició su vida laboral en varios trabajos temporales, hasta que posteriormente trabajó en una imprenta.

Aunque su función no era la de ser diseñador, él comenzó a interesarse por la elaboración de facturas y afiches publicitarios. “Siempre me sentí atraído por el  diseño, además tenía la habilidad de realizar ese tipo de trabajos”, relata Hidalgo.

 Su jefe posteriormente le confiaba la creación de los spots publicitarios y la elaboración de diseños. Mientras tanto, Fausto  complementaba sus estudios en diseño y computación en cursos que se ofertaban hasta reunir el dinero necesario para entrar a estudiar una carrera.

 Fausto trabajó durante algún tiempo en las gráficas, sin embargo, él sabía que no toda su vida dependería de alguien, además, sus sueños no le permitirían quedarse ahí.

Posteriormente Fausto ingresó a estudiar la carrera de Diseño Gráfico, de todas formas, trabajar y estudiar al mismo tiempo, no fue tarea fácil. Su seguridad y su fuerte determinación hicieron que se arriesgara ante una idea que no salía de su cabeza. “Aunque en ese momento era una idea descabellada, yo sabía que si tenía apoyo lo conseguiría”, comenta entre risas.

Sí, Fausto quería montar su propia imprenta, sin embargo, eso implicaría una inversión grande. Con los ahorros de su trabajo compró una computadora, la cual le fue útil para realizar diseños independientemente de su trabajo, con esto logró durante algunos meses  reunirse algo de dinero, de todas formas, le faltaba mucho para montar sus gráficas.

Necesitaba nada más y nada menos que cinco mil dólares para que su sueño se transforme en realidad. Su hermana mayor le sugirió la idea de conseguir el capital que requería a través de un préstamo al Banco Nacional de Fomento, él apenas y tenía ahorrado mil dólares. Y así fue, el banco le otorgó el préstamo de cinco mil dólares y compró una máquina de segunda mano que le costó alrededor de cuatro mil dólares, está adquisición le serviría para la impresión de facturas, notas de venta y otros trabajos, aunque no era una máquina de última tecnología, ésta  le sirvió para instalar su empresa.
 Con el dinero sobrante adquirió artículos que necesitaba. “Compré una guillotina de segunda mano, papel y algunos artículos de escritorio”, manifiesta el joven emprendedor. Antes de eso Fausto ya había agilitado los trámites para que se le concedieran los permisos necesarios. La imprenta la instaló en el hogar de sus padres, improvisó una oficina y así poco a poco se cristalizó su deseo.
‘Gráficas Hidalgo’, es como se llama la empresa que ahora tiene dos años de funcionamiento. Fausto terminó de pagar la última cuota al banco y en  un año terminará su carrera de diseñador gráfico.
 En sus planes futuros está el hacer otro crédito para comprar una máquina de mejor calidad. Aunque algunas veces no tiene mucho tiempo entre sus estudios que son desde las cinco de la tarde y el trabajo que inicia desde las ocho de la mañana, Fausto se siente orgulloso con lo que ahora tiene. “Mi sueño aparentemente era descabellado, pero mi perseverancia y el apoyo de quienes creyeron en mi, lograron hacer esto realidad,” comenta Hidalgo.

Fausto es su propio gefe en su negocio


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